Foto Gaza

Hace unos pocos días comencé a vivir la experiencia más dura de mi vida. Me presento. Me llamo María y soy periodista. Hace unas pocas semanas recibí una llamada de mi jefa diciendo que iba tener que ir a Palestina a hacer un reportaje para contar la situación que viven allí. Yo sabía que iba a ver cosas muy duras, pero no me imaginaba lo que podía llegar a ver.

Así que el martes pasado, mi compañero de trabajo y yo hicimos las maletas y cogimos un avión dirección Palestina. Al llegar fuimos al hotel a dejar las cosas y como era bastante tarde decidimos quedarnos a descansar, ya que el viaje había sido muy largo. 

A la mañana siguiente nos pusimos a trabajar y fuimos a dar una vuelta por la ciudad para ver que podíamos sacar para el reportaje. Cuando de repente nos encontramos a lado del mar una mujer sentanda en el suelo llorando con un bulto en las manos. De lejos no se apreciaba lo que era, pero según nos íbamos acercando se notaba que lo que había ahí era un niño.

Nos quedamos los dos sin saber que hacer, ya que preguntar nos parecía de mala educación. De repente se nos acercó la mujer y nos acabo contando lo que la había pasado. Hace unos meses su hijo a la salida de clase había desaparecido y le acababan de encontrar en el mar en vuelto en plásticos. La mujer agredió mucho que estuviésemos allí un rato con ella apoyándola y la dimos nuestros números de teléfono por si necesitaba algo mientras nosotros estuviésemos allí, ya que tenía otro tres hijos y su situación económica no era buena.

En unos días nos volvemos a nuestra ciudad y antes de volver nos queríamos despedir de ella. Así que ayer quedamos con ella y conocimos a sus hijos. La mujer se notaba que todavía seguía afectada por la pérdida de su hijo, pero se notaba que hacía todo lo posible para que sus otros tres hijos no la viesen mal y sacaba la sonrisa de donde podía.

De esta experiencia he aprendido a valorar y a cuidar a las personas que tenemos, ya que nunca sabes cuando va a ser la última vez que la veas.