Tentacion

La tentación es algo que todos hemos sentido alguna vez. A veces aparece en cosas pequeñas, como comer un chocolate cuando estás a dieta. Otras veces es más difícil de controlar, como decir una mentira para evitar problemas. Todos tenemos momentos de debilidad, y yo también.

Recuerdo una vez que tomé dinero de la cartera de mi madre sin decirle nada. Solo eran unas monedas, pero no era mío. Fui a la tienda y compré dulces. En ese momento sentí emoción, pero después me sentí mal. La culpa me pesaba más que los dulces en mi bolsillo. Al llegar a casa, no pude mirarla a los ojos. No me atrevía a contarle lo que había hecho. Pasaron los días y al final se lo confesé. Me perdonó, pero me dijo que esperaba más de mí. Ese día aprendí una lección.

Otra vez, mentí en la escuela. No había hecho una tarea, pero le dije a la profesora que sí. Me sentí nervioso todo el día. Tenía miedo de que se diera cuenta. Al final, me descubrieron. Me dio mucha vergüenza. Entendí que mentir no resuelve nada, solo complica las cosas.

La tentación no siempre es mala. A veces nos enseña quiénes somos. Nos pone a prueba. Nos da la oportunidad de elegir entre lo correcto y lo fácil. Cuando elegimos lo correcto, nos sentimos bien con nosotros mismos. Cuando no lo hacemos, llega el arrepentimiento.

Hoy trato de pensar antes de actuar. Trato de resistir la tentación, aunque no siempre es fácil. No soy perfecto, pero quiero mejorar. No quiero vivir con culpas. Prefiero enfrentar las consecuencias de decir la verdad, que cargar con el peso de una mentira.

La tentación siempre estará ahí. No se puede evitar, pero sí se puede aprender a manejarla. Cada vez que supero una tentación, me siento más fuerte. Y si caigo, trato de aprender, pedir perdón y seguir adelante. Lo importante es no rendirse y seguir creciendo como persona.

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