¿Dono el dinero?
Me acababa de mudar con mi pareja a nuestro nuevo piso. Era un momento especial, la primera casa que comprábamos juntos, y aunque la mudanza era un caos, estábamos ilusionados. En nuestro rellano solo había otra puerta, la de una señora mayor. Se llamaba Carmen. La conocimos el primer día por casualidad, y desde entonces se convirtió en una presencia constante. Era una mujer encantadora, amable, con ese aire de abuela sin nietos que te hace sentir en casa. Poco a poco se ganó nuestro cariño.
Un día, mientras bajábamos cosas al coche, apareció con una bolsa grande de cuero. Se notaba que le pesaba, así que me ofrecí a ayudarla. La acompañé hasta el ascensor, pero justo antes de entrar, le dio un ataque. Se desplomó. Llamé a emergencias, intenté ayudarla, pero falleció ahí mismo. Fue un momento durísimo.
La bolsa seguía en el suelo. Dudé, pero al final la abrí. Estaba llena de billetes. Una cantidad descomunal. Y entre los fajos, un sobre con una nota escrita a mano. Era su última voluntad: quería que todo ese dinero fuera donado a Vox.
Me quedé en silencio. Durante unos minutos, solo fui capaz de mirar el papel sin saber qué hacer. Me costaba creerlo. Carmen, con toda su ternura, quería que su legado fuera destinado a algo que, sinceramente, va en contra de todo en lo que yo creo. Mis valores, mi forma de entender la sociedad, la justicia, la igualdad… chocan de frente con las ideas de ese partido.
Y ahí estaba yo, con una decisión en las manos. Podría haber cumplido su deseo por respeto, por compromiso. Pero no podía hacerlo. No habría sido honesto conmigo. No habría podido vivir tranquilo sabiendo que fui el puente para financiar algo con lo que no solo no estoy de acuerdo, sino que rechazo profundamente.
Así que tomé una decisión. No cumplí con esa voluntad. No por falta de respeto, sino por coherencia con mis propios principios. Tal vez haya quien me juzgue por eso. Pero en ese momento supe que lo correcto, al menos para mí, era no entregar ese dinero a algo que representa una visión del mundo que no comparto. Lo que hice después con él… es otra historia. Pero la conciencia, esa la tengo tranquila.
Comentarios
Publicar un comentario