Carta a ama

Ama, si te llega esta carta, yo ya estaré muerta.

Bien sabes que en la guerra no existe la piedad, pues la violencia se apodera de los sentidos de todos los que decidimos batallar por el bien de nuestro país. El bando Republicano comienza a ser invadido, y queda poco para que los rojos tengamos que rendirnos ante el régimen franquista. Ni piedad ni perdón, ya lo sabes. No cabe la posibilidad de que nos dejen marchar cuando la guerra cese. Por eso te escribo esta carta, ama.

Gracias por estar siempre ahí. Gracias por apoyarme en mis decisiones, y por no marcharte en mis errores. Sé que nunca he sido la hija perfecta, pero me has cuidado como si lo fuera. Porque esa eres tú, mi madre protectora que no me ha defraudado nunca; que siempre ha seguido hacia adelante por muchos baches que se cruzaran por tu camino. Eso es lo que me has enseñado a hacer, ama. A luchar por lo que defiendo, por lo que es mío, por lo que merezco. Para no conformarme con cualquier cosa, y si tanto sé, es gracias a ti. Y si para defender lo que es correcto he tenido que batallar en una guerra, lo haría otra vez. Y si para defender un país con libertades y derechos tengo que morir en la guerra, lo haría otra vez. Porque no voy a conformarme con lo injusto, como tú nunca lo has hecho. Y si hace falta, alzaré la voz una vez más hasta que mi garganta suplique un descanso. Te lo prometo.

No quiero que esta carta te derrumbe. Es más, transmíteme desde casa que estás orgullosa de mí. Te veré desde el cielo. Te protegeré. Aunque los fascistas ganen esta guerra, no pienses que muero en vano, porque me servirá para cuidarte desde arriba, como tú lo has hecho conmigo durante toda mi vida.

No me caben las palabras para decirte lo mucho que te quiero, a ti y a aita. Que sois la razón por la que soy como soy hoy. La razón por la que moriré con dignidad. Quisiera poder despedirme con un beso y un abrazo esta noche como hacía cuando era pequeña, pero me temo que no se va a poder. Por eso y como compensación, os mandaré señales desde arriba durante el resto de vuestras vidas, para que sepáis que me mantendré siempre presente.

Comienzo a percibir la luz del alba, lo que significa que debo prepararme para marchar. Ez ahaztu inoiz nor zaren, eta ez ahaztu inoiz zenbat maite zaitudan.

Musu eta besarkada handi handi bat.

Tu hija,

Irene

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