Blog XVIII
Hoy fue uno de esos días que jamás piensas experimentar. A medida que mi esposo y yo nos trasladábamos a nuestro nuevo hogar, conocimos a la única inquilina de nuestro apartamento: una mujer de avanzada edad, cordial y dispuesta a dialogar. Con el transcurso de las semanas, se transformó en una persona íntima, casi como si fuera parte de la familia. No contaba con hijos ni parientes próximos, por lo que, de algún modo, tomamos un papel en su vida de soledad.
Esta tarde, mientras la asistía a transportar una bolsa de gran peso hasta el elevador, comenzó a sentir vértigo y espasmos. Parecía un estallido cardíaco. Me asusté bastante. Intenté mantenerla y comunicarme con ella, pero en cuestión de segundos cayó en mis brazos... y falleció justo ahí, sin que yo pudiera intervenir. Callé a la ambulancia lo más rápido que pude, a pesar de que ya era evidente que no había ninguna tarea por realizar. Los paramédicos corroboraron su deceso. Tras ser llevada, me encontré en soledad en el pasillo, sosteniendo su bolso en la mano. No tenía idea de qué hacer con ella, pero algo me instó a llevarla a casa y abrirla.
Dentro hallé una gran cantidad de dinero en efectivo, distribuido en fajos, y un sobre con sus últimas deseos. Lo abrí temblando con las manos. Ahí afirmaba que deseaba destinar todo ese capital a Vox. Me quedé paralizado. No concuerdo con sus pensamientos ni con lo que simboliza ese partido.
Sin embargo, el dinero era su propiedad y su elección era evidente. Me encontré ante un enorme dilema: aceptar lo que ella deseaba, a pesar de no estar de acuerdo, o comportarme de acuerdo a mis principios.
Tras meditarlo y discutirlo con mi esposo, decidí: no otorgaré ese dinero a un partido político con el que no concuerdo. Sería romper conmigo misma. Pero tampoco me lo quedo ni lo voy a utilizar para mí. No podría subsistir con ese peso. Por lo tanto, opté por destinar esos fondos a causas que sí reflejen mis valores: la educación, la equidad y la justicia social.
Entiendo que no fue precisamente lo que ella solicitó, pero considero que estoy valorando su generosidad sin deslesionar lo que considero apropiado. Finalmente, ella depositó su confianza en mí, y solo deseo que ese acto suyo ayude a edificar un futuro más equitativo y humano.
Comentarios
Publicar un comentario