Blog XVIII
Hace unos meses, mi pareja y yo nos mudamos a un nuevo piso, un lugar tranquilo con solo un par de vecinos. La señora del lado era una mujer mayor, muy simpática y amable, siempre dispuesta a ayudar y a compartir una conversación. Aunque no tenía hijos ni familiares cercanos, pronto comenzamos a entablar una relación cercana con ella. Era como una abuela para nosotros, siempre tan cariñosa y preocupada por nuestro bienestar. Me gustaba mucho pasar tiempo con ella y escuchar sus historias.
Un día, mientras estábamos en medio de la mudanza, la vi por el pasillo cargada con una enorme bolsa de cuero. Se veía agotada, así que decidí ofrecerme a ayudarla. La acompañé al ascensor, pero, de repente, sin previo aviso, se desmayó. Intenté hacer todo lo posible por ayudarla, pero fue demasiado tarde, y la señora falleció en el acto. Quedé completamente en shock. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar ante la tragedia.
Al revisar la bolsa que llevaba, me encontré con algo que no esperaba: estaba llena de billetes, de una cantidad impresionante. Entre el dinero, encontré un sobre con sus últimas voluntades. Al abrirlo, me sorprendí aún más al leer que ella había decidido donar todo su dinero a Vox. Aunque no compartía sus ideales políticos, entendí que esa era su última voluntad, y sentí una gran responsabilidad al tener que decidir qué hacer con todo aquello.
En ese momento, me enfrenté a una decisión complicada. El dinero era mucho, algo que podría cambiar nuestras vidas, pero no me pertenecía. Ella había dejado claro lo que quería hacer con él, y aunque no estuviera de acuerdo con su ideología, sabía que lo más justo era cumplir su deseo. No era solo una cuestión de dinero, sino de respeto hacia ella y su última voluntad. Al final, decidí donar el dinero tal como ella lo había pedido.
Fue una decisión difícil, porque tenía la tentación de quedarme con el dinero y cambiar mi vida, pero lo hice porque sentí que lo correcto era respetar su deseo. Aunque nuestras creencias eran muy diferentes, lo que más importaba era que había confiado en mí para cumplir su voluntad, y eso es lo que decidí hacer.
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