Blog XVIII

 No hace mucho me mudé con mi pareja a un piso nuevo. Allí conocí a mi vecina, una mujer mayor bastante agradable, con quien me empeze a llevar bien rápidamente. 


Un tiempo después de conocernos yo iba a salir de casa y me la encontré con una gran bolsa de cuero, subimos juntos al ascensor y durante el trayecto a la pobre le dio un ataque y palmó ahí mismo. Cuando vi que había desfallecido rápidamente revise sus signos vitales y confirmé que estaba muerta, también revise la bolsa, no vaya a ser que tuviera algo que pudiera ser de ayuda en esa situación, y lo que me encontré fue que la bolsa estaba a rebosar de dinero. Debajo de aquel montón de dinero había un sobre, en el que mi vecina manifestaba su voluntad de donar ese dinero a Vox.


En ese momento muchas cosas pasaron por mi cabeza, aunque llegué a una conclusión. Delante de mí había dos opciones: podía ser un sinvergüenza y quedarme con el dinero de mi vecina o, por otro lado, cumplir su último deseo y llevar a cabo la donación.


La conclusión a la que llegué fue cumplir su última voluntad. Mi vecina no había trabajado los años que trabajó para que ahora sea yo quien decida el destino de su dinero. Además, no estamos hablando de donarlo a una secta satánica o algún grupo terrorista, sino a un partido legalmente constituido, por lo que el partido al que ella hubiera querido donarlo poco importó en mi decisión.


Después de informar al portero de la defunción que había presenciado, le mostré el sobre y me dirigí a la sede más cercana a consumar la última voluntad de mi vecina. Ahora vuelvo a casa con la conciencia limpia sabiendo que he tomado la decisión correcta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

HOW TO

Blog XVIII (Autoría Hugo Castresana)

Tautograma