Blog XVII
Querida madre,
Escribo esta carta con la incertidumbre de saber si algún día te llegará, pero con la esperanza de que puedas leer mis palabras y sentirme cerca. No sé qué me deparará el destino, pero quiero que sepas que siempre estaré agradecido por todo lo que hiciste por mí.
Desde pequeño, tu amor y tu cariño fueron mi refugio. Siempre estuviste ahí para cuidarme, para darme fuerzas cuando las necesitaba y para enseñarme a superar los obstáculos que la vida me ponía. Recuerdo tus abrazos, tus palabras de aliento y la manera en que hacías que cualquier problema pareciera más pequeño. Gracias por haber sido mi madre, por haberme dado tanto sin esperar nada a cambio.
No quiero que llores por mí. Si algún día esta carta llega a tus manos y ya no estoy, piensa en mí con alegría. Recuerda los momentos felices, las risas compartidas, los días en los que fuimos una familia unida. No dejes que la tristeza se quede en tu corazón. La vida sigue, y quiero que la vivas plenamente.
Me encantaría que cada noche, antes de acostarte me hables, que me cuentes sobre tu día, sobre cómo sigue la vida... Imagíname sonriendo, porque así quiero que me recuerdes. Aunque no pueda responderte, te escucharé. Aunque no me veas, siempre estaré a tu lado, siendo tu ángel de la guarda.
Por último espero que mi rol en esta guerra tan salvaje haya servido para hacer de nuestra nación, un país unido que mira hacia el futuro, respetando a todos sus habitantes.
Te quiero con toda mi alma, mamá, quiero mandar un saludo a papá y a toda la familia, también acordarme de todos los amigos del pueblo.
Con cariño,
Liher
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