Blog XVII (4/6)
No sé si esta carta te llegará, o si alguna vez la leerás, pero siento que necesito escribirla, aunque no sirva de nada. Sé que las palabras se las lleva el viento pero quiero que estas lleguen a ti, aunque sea en forma de despedida.
Sé que va a ser difícil, y ni siquiera sé cómo empezar a explicarte lo que siento. Lo cierto es que me duele muchísimo pensar que ya no nos vamos a ver más, que no te voy a poder abrazar ni reír contigo de esas cosas que solo nosotras entendemos. Pero también sé que, si algo aprendí en todo este tiempo, es que la vida no siempre es justa, y que no siempre podemos tener lo que queremos.
Te prometo que no tengo miedo. Quizás sea raro decirlo, pero en el fondo siento una paz extraña, como si hubiera aceptado lo que viene. No me arrepiento de nada de lo que he hecho, aunque sé que no es fácil de entender. Y me duele que todo esto tenga que terminar así, con tantas cosas sin decir y tantas oportunidades perdidas.
Perdóname, mamá, si alguna vez te hice sufrir. Si en algún momento no fui la hija que esperabas. Te juro que siempre lo hice lo mejor que pude, pero a veces uno no tiene las herramientas para hacer las cosas bien. No quiero que me recuerdes con tristeza ni con rabia. Si alguna vez piensas en mí, quiero que lo hagas con cariño, con esos momentos buenos que pasamos juntas. Porque en esos recuerdos es donde quiero quedarme, no en este final.
Por favor, no llores mucho. Sé que es imposible pedirte eso, pero si alguna vez me extrañas, quiero que recuerdes lo mucho que te quiero, y que siempre estaré contigo, de alguna manera. No importa dónde esté, mi amor por ti no se va a ir nunca.
Cuídate, mamá. Y sigue adelante, como siempre lo has hecho, como siempre me has dicho; “You try and you try and you get it”.
Y como tu siempre me has dicho: “I love you to the moon and beyond”.
María, tu churruskitina
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