Blog XVI

En la actualidad dar una opinión públicamente es más sencillo que nunca. Internet ofrece una gran variedad de oportunidades donde se puede compartir, desde las redes sociales, hasta las entradas de un blog. Usualmente, esta opinión suele valorarse mucho en cuanto a las reseñas se refiere, pues es ahí donde se ven reflejadas las experiencias vividas por los clientes en cualquier local.

Sinceramente, si bien es cierto que antes de entrar a cualquier lugar me gusta leer sus reseñas, yo no soy mucho de escribir valoraciones: ni positivas, ni negativas. Es innegable decir que todos hemos vivido alguna experiencia desagradable en algún bar, restaurante, hotel o tienda. Además, ese tipo de experiencias se tienden a quedar en la cabeza de uno, lo que las hace aún más molestas de recordar. Incluso cuando la experiencia ha sido terriblemente mala, uno se replantea escribir alguna valoración en Internet para advertir de su disgusto. Sin embargo, yo soy más de intentar ver y entender los problemas de raíz. Hay muchísimos factores que pueden influir en un mal trato al cliente: un mal día, estrés, agobio, falta de organización, cansancio, incluso una mala experiencia con el cliente anterior. A pesar de que estos factores no son nuestra culpa, no está de más intentar comprender las reacciones de aquellos que se pasan el día de cara al público. Al fin y al cabo, este tipo de trabajos son muy estresantes y saturantes.

Con esto tampoco quiero decir que tras una mala experiencia haya que escribir una buena valoración en la red, o recomendar a todo el mundo ese lugar como si del mismísimo reino de los cielos se tratase. Quiero decir que una reseña negativa es muy fácil de evitar, y la solución es tan simple como no acudir a ese lugar otra vez. Aunque en el caso de que la vivencia haya sido fatal, una reseña sincera y desde la educación no siempre está de más. Así como uno no sabe lo que está viviendo aquel que le atiende, tampoco sabe cómo le puede repercutir la publicación de esa valoración. Simplemente pienso que es cuestión de empatía y comprensión el hecho de pararse unos segundos a pensar antes de hacer algo que pueda repercutir el puesto laboral de alguien por, quizá, tener mucho estrés acumulado.

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