BLOG XVI
Cuando compramos algo en una tienda o en internet, muchas veces nos llega un mensaje pidiéndonos que valoremos la atención recibida. Esta valoración es importante, porque puede ayudar a que la tienda mejore su servicio. Pero también puede afectar directamente al trabajador que nos atendió. Entonces aparece una pregunta difícil: ¿deberíamos decir la verdad, aunque eso pueda poner en peligro el trabajo de esa persona?
Esto me pasó hace poco en JD Sports. Fui a comprar unas zapatillas y la experiencia no fue buena. Entré a la tienda, estuve un rato esperando a que alguien me ayudara, pero los trabajadores estaban hablando entre ellos. Cuando por fin uno vino, fue seco conmigo, sin ganas de ayudar. Me trajo el modelo equivocado y pareció molesto cuando le pedí el correcto. Al final, compré las zapatillas, pero salí con una sensación negativa.
A los pocos días, recibí un correo para valorar la atención al cliente. En ese momento me sentí dividido. Por un lado, sentía que tenía que decir la verdad. Si nadie dice que el trato fue malo, la tienda nunca sabrá que hay un problema. Además, otros clientes podrían vivir la misma experiencia. Una valoración honesta ayuda a que el servicio mejore.
Pero por otro lado, también pensé en el trabajador. Tal vez solo estaba teniendo un mal día. Todos pasamos por momentos difíciles: estrés, problemas personales, cansancio… ¿Y si esa mala valoración le costaba el trabajo? No me gustaría ser responsable de que alguien pierda su empleo por un mal momento.
Después de pensarlo, decidí poner una valoración intermedia. No puse la peor nota, pero tampoco la mejor. Escribí un comentario explicando que me sentí mal atendido y que me gustaría que los empleados fueran más atentos con los clientes. De esa manera, sentí que estaba siendo sincero, pero sin ser injusto.
Creo que todos deberíamos actuar así. No se trata de castigar, sino de dar una opinión útil. Es importante decir la verdad, pero también tener empatía. No somos perfectos, y todos podemos fallar algún día. Lo justo es valorar la experiencia completa, no solo un mal gesto.
En conclusión, dar una valoración es una responsabilidad. Nuestra opinión puede afectar a una persona, pero también puede ayudar a mejorar el servicio para todos. Por eso, debemos ser sinceros, pero también humanos. Decir lo que pensamos, sí, pero con respeto y comprensión.
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