Blog XVI

 El dilema sobre las consecuencias de las acciones es uno sobre cual más de uno hemos escuchado, por lo cual no es ajeno a nadie. A todos muy probablemente nos han soltado chapas y discursos eternos e inimaginables.

Todos nos hemos visto en una situación en la que reflexionamos sobre lo que hicimos o lo que estamos por hacer tendrá un impacto en alguien más. Es sobre uno de estos momentos sobre el que voy a hablar. Debería preocuparme sobre el trabajo de aquella persona que no me atendió de forma satisfactoria y que conserve su trabajo, o por el otro lado debo hacer una valoración sincera y que pase con el empleo de la persona lo que tenga que pasar.

Sobre esta situación tengo varias cosas que decir. Para empezar yo no soy el responsable ni de la estabilidad laboral ni de la económica ajena, por lo que el argumento sobre la economía de la persona no me resulta de especial importancia. Tampoco creo que sea mi culpa poner una mala valoración por un mal servicio, me explico, no estamos hablando de un caso en el que ante un buen servicio pongo una valoración pésima e injusta, estamos hablando de una situación en la que, como cliente del establecimiento, se me trato de una forma incorrecta y no se me brindó un servicio satisfactorio o como mínimo decente. Si alguien no hace bien su trabajo, ¿por qué debería fingir que sí lo hizo?

En síntesis, ante este caso yo pondría una valoración negativa y sincera sobre un mal servicio que se me proporciono, ya que la persona que me atendió en cuestión no llevó a cabo su trabajo correctamente, por lo que su permanencia en el puesto no es de ninguna forma mi culpa pues cada quien es responsables sobre como hace su trabajo y como lo conserva..

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