Blog V
Cuando yo y mi pareja adquirimos el apartamento, nos sentimos muy felices. Era reducido, pero cómodo, y solo contamos con una sola vecina: una dama de avanzada edad, encantadora. Se conocía como Carmen. Desde el primer día nos mostró amabilidad. Nos proporcionaba pasteles, nos relataba anécdotas de su juventud y siempre mostraba interés por nuestra forma de ser.
Poco a poco, se transformó en una abuela para nosotros. Jamás tuvo hijos ni una familia próxima. Vivió en soledad, pero no se mostraba triste. Siempre poseía una sonrisa y un discurso hermoso. Un día, durante el proceso de traslado, la observada descendiendo por las escaleras portando una bolsa de gran tamaño de cuero. Parecía agobiada, y me comprometí a asistirle.
Al llegar al ascensor, de repente se puso la mano en el pecho. Sucedió al suelo sin pronunciar una sola palabra. Callamos a urgencias, pero no lograron actuar. Carmen había fallecido bajo mis manos. Fue muy desolador. Jamás imaginé que experimentaría algo de este tipo.
La policía nos permitió permanecer con sus pertenencias hasta que se solucione el trámite. Cuando abrimos la cartera, notamos que estaba repleta de billetes. Millas de euros, totalmente estructurados. También existía un sobre conteniendo una carta. En ella, Carmen manifestaba su deseo de entregar todo ese capital a Vox, ya que era su decisión final.
La policía nos permitió permanecer con sus pertenencias hasta que se solucione el trámite. Cuando abrimos la cartera, notamos que estaba repleta de billetes. Millas de euros, totalmente estructurados. También existía un sobre conteniendo una carta. En ella, Carmen manifestaba su deseo de entregar todo ese capital a Vox, ya que era su decisión final.
Nos observamos, desorientados. Por un lado, se trataba de su capital y su elección. Sin embargo, por otro lado, entendíamos que ese capital podría transformar nuestras vidas. Podríamos costear la hipoteca, llevar una vida sin sufrimientos por años. Y la verdad... no coincidimos con sus pensamientos políticos. En absoluto .
Nos enfrentamos por días. Dormíamos mal, discutíamos constantemente sobre el tema. Finalmente, decidimos donar una porción del dinero a una causa equitativa, a individuos que lo requerían, en representación de Carmen. El resto, lo emplearíamos para disfrutar de una vida más enriquecedora, pero siempre recordándola y agradeciéndole su afecto.
Tal vez no satisfacemos precisamente su último deseo, pero sí respetamos su memoria. A nuestra manera.
Nos enfrentamos por días. Dormíamos mal, discutíamos constantemente sobre el tema. Finalmente, decidimos donar una porción del dinero a una causa equitativa, a individuos que lo requerían, en representación de Carmen. El resto, lo emplearíamos para disfrutar de una vida más enriquecedora, pero siempre recordándola y agradeciéndole su afecto.
Tal vez no satisfacemos precisamente su último deseo, pero sí respetamos su memoria. A nuestra manera.
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