La tentación es algo a lo que todos nos hemos enfrentado en algún momento de nuestras vidas. En algunas ocasiones, puede ser sencillo resistirse a ella. Sin embargo, en muchas otras nos dejamos llevar y acabamos cayendo en la tentación. Es por ello que en el blog de esta semana contaré algunas experiencias que me han hecho reflexionar sobre todo esto.
Una de mis mayores tentaciones siempre ha sido posponerlo todo para el último día. Son muchas las veces que he intentado auto convencerme diciendo: “En media hora me pongo a estudiar”, “Una última partida a la play, y recojo los platos”… Supongo que ya sabréis cómo acaba todo esto, al final acabo dejando todo para el último momento. Lo peor de todo es que luego me doy cuenta del tiempo que he perdido. Y, sobre todo, lo más importante es que me auto engaño a mi mismo, marcándome unos objetivos que no acabo cumpliendo.
Otra tentación a la que me suele costar un mundo resistirme suele ser al hamaiketako de los días de entre semana. Al salir al patio, suelo pasar con mis amigos por el Eroski de al lado de cole, al ver a mis amigos entrar dentro, termino comprando como costumbre las napolitanas de chocolate de 35 céntimos. De primeras pueden parecer asequibles por su precio, pero el simple de hecho de acabar comprándolas todos los días, me acaba suponiendo un gran gasto semanal, de exactamente unos 4 €.
Aparte de posponer las cosas y las napolitanas, el móvil es otra de mis mayores tentaciones. Lo peor de todo es que cuanto más me distraigo con él es cuando estoy haciendo cosas importantes, ya sea estudiando o haciendo otras cosas.
En cuanto a si me arrepiento de algo que haya hecho, sí es el caso. La pregunta sería quién no se arrepiente de algo que haya hecho, ya que todos somos humanos y nos equivocamos con decisiones que tomamos. De todos modos, creo que el hecho de habernos equivocado alguna vez nos ayuda a reflexionar sobre aquellos fallos que hicimos en el pasado.
Por lo tanto, debemos ser conscientes de que la tentación siempre va estar presente en nuestro día a día. De todos modos, de vez en cuando deberíamos de ser capaces de decir que no, por muy difícil que pueda resultarnos, ya que de no enfrentarnos a ellas al final acabarán convirtiéndose en costumbres.
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