La tentación
En muchos momentos de mi vida he sentido tentación. De pequeño me dijeron que no tocara el fuego porque me quemaría, aunque no hice ningún caso, me sentí tentado de saber que pasaría y, efectivamente, me quemé. Esto me sirvió para aprender que mis acciones tienen consecuencias. Lo bueno de este último ejemplo es que la consecuencia vino al momento y de manera muy clara, por eso mismo no lo he vuelto a repetir desde entonces.
El problema viene cuando te sientes tentado a hacer cosas que sabes que tendrán consecuencias malas, pero como estas no vendrán hasta mucho más adelante, las ignoras. Yo soy especialmente vulnerable ante estas. Son incontables las veces en las que he dicho "lo haré luego" y termino encontrándome acabando un trabajo, para el cual he tenido dos meses de plazo, en la noche del último día que tengo para hacerlo.
Cuando era pequeño, odiaba que mis padres estuvieran repitiéndome todo el rato cosas como "no te olvides de hacer esto" o "haz esto o se te va a hacer tarde", pero ahora que soy más mayor y por fin he conseguido la independencia de poder organizarme cómo quiera veo la razón por la que eran tan persistentes conmigo. De hecho, mientras estoy escribiendo esto, la tentación ha podido conmigo y me he puesto a procrastinar varias veces. Sé que ceder a la tentación de ignorar postergar las cosas solo me trae estrés y prisas de última hora, pero es difícil resistirse. A veces me pregunto si es cuestión de fuerza de voluntad o simplemente una costumbre arraigada. Aunque quizás son ambas cosas.
Lo curioso es que cuando finalmente me pongo a hacer lo que he estado evitando, ni resulta tan difícil ni toma tanto tiempo como imaginaba. Aun así, vuelvo a la misma situación una y otra vez. Es un ciclo que siempre intento evitar pero al que siempre vuelvo.
Supongo que la tentación es algo innato que tiene hasta la persona más disciplinada. Estoy seguro de que cuando sea padre, tendré que decirle a mi hijo que deje de procrastinar y cuando mi hijo sea padre, tendrá que hacer lo mismo, y así hasta el infinito. Por lo tanto, pienso que no deberíamos buscar eliminar nuestra tentación al 100%, sino saber buscar un balance entre darte un caprichito de vez en cuando y atender a tus responsabilidades.
Comentarios
Publicar un comentario