Blog XV (2/6)
Hace un tiempo, durante la Eurocopa de 2024, Mbappé dio unas declaraciones bastante sonadas. Mostró su preocupación por el auge de la ultraderecha en Francia y animó a los jóvenes a votar para frenar a Le Pen. Fue directo y valiente, y como era de esperar, sus palabras tuvieron un impacto enorme. Mucha gente lo aplaudió, lo consideró un acto de compromiso social e incluso lo tomaron como referente por alzar la voz en un momento tan delicado. Pero también hubo voces más críticas, que cuestionaron si realmente era su lugar hablar de política desde su posición como futbolista profesional.
Entre ellas, la de Unai Simón, portero de la selección española. Cuando le preguntaron por el tema, fue bastante claro: dijo que a veces los futbolistas opinan demasiado sobre cosas que quizá no les corresponden, y que no tiene muy claro si deberían meterse en según qué asuntos. Básicamente vino a decir: “igual deberíamos centrarnos en lo deportivo y no meternos tanto en política”.
Y la verdad, estoy bastante de acuerdo con él. No porque no tengan derecho a opinar, porque por supuesto que lo tienen como cualquier persona, sino porque su influencia es tan grande que sus palabras pueden tener un impacto desproporcionado. Un jugador de fútbol no es solo una persona, es una figura pública seguida por millones, muchas veces por gente muy joven que no siempre tiene criterio formado. Hay adolescentes que ven en sus ídolos deportivos una guía, una referencia casi absoluta, y eso conlleva una gran responsabilidad. Entonces, cuando hablan de política, aunque lo hagan con buena intención, pueden generar tensiones, malentendidos o incluso polarización.
Además, ¿hasta qué punto están realmente informados sobre los temas que tocan? No todo se puede resumir en un tuit o una declaración en rueda de prensa. Por eso, me parece más responsable que quienes tienen tanta repercusión se mantengan al margen en cuestiones tan delicadas. No se trata de censurar a nadie, sino de entender el peso que tienen sus palabras.
Así que, aunque entiendo y respeto lo que hizo Mbappé, valoro más la prudencia de Unai Simón. A veces, saber cuándo callar también es una muestra de madurez.
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