Blog XIV (1/6)
La tentación, esa cosa que siempre aparece en el peor momento y a la que, seamos sinceros, a veces es imposible resistirse. Creo que todos, en algún punto, hemos sido débiles ante ella. Es como si tuviera un radar para detectar justo cuándo estás más vulnerable, más cansada o con menos fuerza de voluntad. Por ejemplo, a mí me suele pasar con la comida, especialmente con el chocolate. Siempre me prometo a mí misma que no voy a comer más cosas dulces durante la semana, que esta vez síque lo voy a cumplir, que voy a ser fuerte… pero en cuanto veo una tableta de chocolate en la cocina… adiós promesas. Da igual que esté escondida o a medio abrir. En cuanto la veo, algo dentro de mí hace clic y me autojustifico: "Bueno, solo un trocito". Y claro, ese trocito acaba siendo media tableta.
Pero no solo hablo de comida. También está la tentación de procrastinar. Esa sí que me tiene atada. Sé perfectamente que debería hacer mis deberes o estudiar con tiempo, organizarme bien y evitar el estrés de última hora. Pero a veces me digo: "Bueno, cinco minutos en TikTok y empiezo". ¿El problema? Esos cinco minutos se convierten en media hora, luego en una hora… y al final me encuentro a la una de la mañana intentando terminar todo, con el cerebro ya frito y los ojos que se me cierran solos. Es un clásico. Y lo peor es que mientras lo hago, sé que me estoy autoengañando, pero aún así lo hago.
¿Me arrepiento de algo? Bueno, creo que sí. Por ejemplo, de pequeñas decisiones que, pensando mejor, me habría gustado manejar mejor. A veces me ha podido la tentación de responder mal cuando estoy enfadada, de soltar lo primero que me viene a la cabeza sin medir las consecuencias, o de decir algo sin pensar del todo. Y luego me quedo con esa sensación de "¿por qué lo dije así?", como si hubiera podido evitarlo si me hubiera tomado dos segundos más. También me arrepiento de algunas veces en las que he dejado que el miedo o la pereza me impidan hacer cosas que realmente quería, como apuntarme a algo nuevo, salir de mi zona de confort, o simplemente hablar con alguien nuevo. Esas oportunidades que dejas pasar por inseguridad o vergüenza, y luego te preguntas qué habría pasado si te hubieras atrevido.
Pero bueno, la tentación siempre va a estar ahí. Forma parte de nosotros, de nuestra forma de ser. Lo importante es saber cuándo vale la pena ceder y cuándo es mejor resistir. No se trata de ser perfecto, sino de encontrar un equilibrio, de aprender a conocerse a uno mismo y tomar decisiones un poco más conscientes cada vez. Aunque, siendo honesta, con el chocolate no creo que gane esa batalla nunca. Y quizá tampoco lo intente muy en serio, porque dentro de todo, hay tentaciones que también le dan sabor a la vida.
Comentarios
Publicar un comentario