¿Me tomo la pastilla?

 Hace un tiempo que trabajo en una empresa pionera en no fijarse en el físico y la apariencia de la gente a la hora de contratarles. De hecho, yo creo que estoy dentro por eso mismo. De toda la vida he tenido algo de sobrepeso pero siempre lo he llevado bien, quiero decir, nunca me ha llegado a importar demasiado.

No obstante, hace un par de semanas el doctor me dijo que debía adelgazar por mi propio bien. Es decir, que si no adelgazaba comenzaría a tener problemas cardiovasculares. Y entonces me dió dos opciones: la primera, adelgazar naturalmente y con dieta, esfuerzo y sudor… y la segunda, con una pastilla con la cual reduciría mi peso prácticamente sin esfuerzo y de forma más rápida.

Evidentemente elegí la pastilla. Tengo mucho trabajo y estar continuamente pendiente de qué como y de cuánto tengo que bajar para mañana no me hubiera venido nada bien. La pastilla era mucho más cómoda y aunque ahora cuando se lo comento a la gente flipa un poco, creo que no me arrepiento de mi decisión. Mientras otros se matan por bajar de peso, yo vuelvo a comer. Pero esta vez una pastilla.

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