En mi caso, elegiría la segunda opción. Prefiero tener una vida en paz, sin sufrimientos, y sin traumas que me acompañen durante toda la vida. El sufrimiento puede inspirar grandes obras, pero no creo que valga la pena pagar ese precio tan alto.


La creatividad no tiene por qué venir del dolor. También es posible que se cree mediante la felicidad, imaginación y curiosidad. Quizás no sería un creador famoso, pero sería alguien feliz y en paz conmigo mismo, y creo que eso es más importante.


Además, el dolor que has pasado, no se borra tan fácilmente. Una frase que suelo decir yo mucho, es que el dolor que has pasado se cura, pero hay una cicatriz. Esto quiere decir, que aunque lo hayas pasado o superado, te sigue dejando marca. Prefiero ser una persona que disfrute lo que hace, aunque no sea la mejor del mundo, a ser alguien atormentado, aunque el mundo me admire por lo que he creado. La paz interior no tiene precio.


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