El caso "AITOR"
El acoso escolar es un algo capaz de fastidiar una vida entera. No importa la época ni la edad, siempre habrá jóvenes disfrutando de estar por encima de otros. Sin embargo, considero que el acoso ha cambiado junto con las leyes que buscan acabar con estas conductas de una vez por todas.
En las centros escolares, en primaria mayormente, ya no se emplean tácticas tan directas como golpear o insultar; en su lugar, se usas otros métodos que afectan de una peor manera al acosado. La daño mental es más grave que el físico. Llamar por apodos ofensivos, burlarse de alguien o excluir a una persona son comportamientos comunes en la actualidad. Esto suele acabar con un niño sobre todo, que no puede defenderse y que le meten en el coco la culpa por todo lo que le sucede.
En el caso de Aitor le diría que sus compañeros no tienen derecho a reírse de él. El problema no es él, sino que son esos compañeros, personas tan vacías por dentro que no encuentran nada mejor que hacer que arruinarle la vida a otra persona. Pero lo más importante es que, a pesar de lo mal que lo esté pasando, debe recordar que tiene toda una vida por delante y que, seguramente en unos años, este grupo ya no estará en su vida. Cuanto más crezcas, más opciones tendrás de elegir a las personas con quienes pasar tu tiempo. Alejarse de las personas que le hacen mal a uno demuestra madurez.
Debemos hacer que los abusones experimenten el mismo tipo de dolor que infligen a sus víctimas. Una forma de sentir lo que han sentido otros y que, desarrollen el sentimiento de empatía, tratando de educarles, para que sientan la misma humillación que su víctima pero que también cambien esos comportamientos.
Hay un gran número de personas, especialmente padres, que sostienen que en lugar de castigar a sus pequeños, quienes hacen lo que ven en casa, se debería garantizar que reciban educación en las escuelas para prevenir esto. Aquellos que expresan esta opinión me parecen idiotas. Considero que al tener un hijo, uno debe asegurarse de poder mostrarle el camino para ser una buena persona, todo empieza desde los valores que se le transmites a un niño en el propio hogar. Esa es la clave.
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