¿Cuál eliges?
Si hay algo que es evidente es que es mucho más sencillo expresar ciertos sentimientos cuando ya se han vivido, que cuando no. De la misma manera que es más sencillo aconsejar a alguien cuando esa experiencia te suena familiar. Por esta razón, hay quienes después de haber experimentado una vida trágica, se han convertido en escritores excepcionales. Por supuesto, al final eso es lo que más vende: buenas escrituras, y sobre todo, las trágicas. Es el caso de Ana Frank, por ejemplo. Con esto me refiero a que los cuentos de hadas cuyas únicas explosiones son de felicidad, se dejan de comprar cuando uno cumple los 7 años. Ahora gusta más una obra de acción, donde la incertidumbre y las tragedias que ponen en riesgo la vida o la misión del protagonista están presentes. Y claro, expresar eso y que atrape al lector no es tarea fácil. Pero lo es más cuando el propio autor ha vivido algo similar.
Sin embargo, ¿merece la pena vivir una infancia o adolescencia trágica para terminar convirtiéndote en un gran escritor? Vamos a analizarlo. Por un lado, desde este hipotético caso, una vez transcurridas la niñez y la adolescencia, el sufrimiento se acaba. Por lo tanto, a partir de este momento, hay pista libre para escribir obras impecables. En otras palabras, y como bien dice el dicho, el pasado pisado y el presente, de frente. De todas formas, ¿realmente quedaría olvidado? Está claro que si uno se apoya en estas desafortunadas vivencias para crear arte, estas van a mantenerse constantes en la cabeza, posiblemente afectando negativamente en la salud mental del autor... Básicamente, uno puede aprender (que no olvidar) del trauma y componer grandes creaciones, o correr el riesgo de seguir viviendo una vida miserable por no poder superar. Por otro lado, también tiene que ser sofocante que no se te de bien lo que consideras tu vocación, simplemente por haber vivido un pasado plácido. Y mirándolo desde un punto de vista más profundo, ¿no podría aquello afectar también en la salud mental del creador? Al fin y al cabo, uno puede sentirse inútil por no tener la capacidad de hacer lo que ama. Pero igualmente, anda que no hay miles de otras actividades a elegir que puedan llenarte también...
En conclusión, y respecto a la pregunta expuesta, me quedo con mi infancia plácida. Al fin y al cabo, esta infancia es lo que nos desarrolla como personas en un futuro. Esta etapa tan importante de la vida es esencial vivirla con alegría, tranquilidad y diversión ya que no se olvida nunca, y es mucho más fácil encontrar otra vocación que seguir adelante después de un pasado lleno de sufrimiento.
Comentarios
Publicar un comentario