Lipograma: U

Para el verano pasado, decidí salir de mi zona de confort y inscribirme a lo llamado campamento de trabajo por dos semanas. En los campamentos de trabajo, a parte de hacer actividades diarias con gente de la misma edad, cada día se debe trabajar en determinado objetivo. 

Yo elegí el campamento en Ávila donde se debía convertir el mini jardín seco y olvidado en la exposición del sistema solar con distancia a escala. Claro, para esto se debía arrancar los tayos secos, aplanar la tierra, poner sistemas de riego y hacer y poner hormigón y cemento nosotros mismos. No voy a mentir, levantarse a las ocho para hacer todo esto con 40 grados no era agradable siempre, pero aprendí gran cantidad de cosas solo posibles al hacer trabajo físico como este.

Pero como ya he dicho, también hicimos actividades varías. Por ejemplo, ir a ver estrellas y aprender sobre las constelaciones y historia, cine al aire libre o acampar entre las montañas. Para mí, la mejor experiencia son las montañas de Gredos. La ida hasta el lago grande de Gredos no me pareció tan difícil. Al llegar ahí, comimos y charlamos para pasar el rato hasta llegar la noche y dormir. Pero por el lago de al lado, por la mañana todo lo no metido en las bolsa o mochilas acabaría completamente empapado. Además de todo el frio a esas horas. Yo me levanté tiritando.

Al levantamos todos, comimos y comenzamos a recoger todo para volver. Me pareció más fácil la volver, la verdad. Y además nos encontramos a cabras amistosas por el camino y no se alejaban de la gente por costumbre a esta. Pero cuando salimos de la montaña y volvíamos al sitio de trabajo, me sentí algo mal, pero solo parecía. Sin embargo, la mayoría pillamos una enfermedad y nos empezó a afectar al volver a nuestras habitaciones y nos hizo no salir de la cama por día y medio.

Con todo esto puedo decir que lo pasé tan bien como mal, pero lo más importante es sin problema la gente nueva que conocí, que mejoraron casi todos los momentos.

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