Blog 2 Luca
Si yo tuviera que acabar esta situación, lo primero que haría sería intentar frenar la violencia verbal de inmediato. No dejaría que alguien diga algo así como que le disparen al presidente sin que nadie lo cuestione. Creo que lo ideal sería intervenir con calma y respeto, diciendo algo como “eso no se dice, hay formas de expresar tu opinión sin desearle daño a nadie”. No se trata de discutir sobre política ni de intentar cambiar su ideología en ese momento, sino de marcar un límite claro sobre lo que está bien y lo que no. Después, trataría de cambiar de tema o de hablar a solas con el chico o incluso con su padre, para explicarle que aunque no estemos de acuerdo en política, la violencia verbal nunca es la solución. Creo que es importante dejar un mensaje firme pero sin crear un conflicto mayor, porque si nadie dice nada, todo esto podría normalizarse y eso sería mucho peor.
Lo que me deja esta situación reflexionando es lo importante que es la educación y el ejemplo que damos los adultos. Es fuerte ver cómo alguien puede decir cosas tan violentas y que su propio padre no le diga nada. Me hace pensar en la responsabilidad que tenemos todos de enseñar respeto y tolerancia, y en cómo el silencio puede ser igual de dañino que el comentario en sí. También me hace cuestionarme hasta qué punto la libertad de expresión debe tener límites, porque hay cosas que no se pueden permitir aunque uno tenga derecho a pensar diferente. Me recuerda que la política y las opiniones son normales de debatir, pero siempre con respeto y sin desear daño a nadie. Es un tema complicado, pero necesario, y me hace valorar más la manera en que debo actuar cuando me enfrento a ideas extremas.
Si yo estuviera en esa situación, probablemente me sentiría muy incómodo y un poco nervioso, pero trataría de mantener la calma. No reaccionaría con rabia ni insultos, porque eso solo empeoraría la situación y no ayudaría a que el chico entendiera nada. Intentaría ser firme y educado al mismo tiempo, explicando por qué lo que dijo está mal y mostrando que hay otras formas de expresar opiniones. También intentaría que el momento no se volviera una pelea ni un conflicto largo, porque eso no sirve de nada y solo genera más tensión. Al final, creo que la clave es actuar con respeto, establecer límites claros y enseñar con el ejemplo, porque quedarse callado puede ser igual de perjudicial que el comentario violento en sí. Aprender a manejar estos momentos difíciles es importante, y aunque no sea fácil, es algo que todos deberíamos intentar hacer.
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