Blog 2 Juan José
Si me ocurre una situación así mientras todos estamos comiendo tranquilos, y escucharía decir esa frase sobre el presidente. Mi primer impulso sería sorprenderme y sentirme atacado. Un nudo se me formaría en la garganta. Sentiría algo de enojo, pero también incomodidad y vergüenza, como si todos pudieran leer lo que estaría pensando.
Me preguntaría si debía responder de inmediato, decir algo fuerte o defender mis ideas, pero algo dentro de mí me recordaría que no era el momento ni el lugar. Respiraría hondo, trataría de calmar mi mente, recordando que mis principios no estaban en juego, sino la paz de la mesa. Me sentiría algo dividido ya que querría explicarme, incluso corregirlo, pero al mismo tiempo sabía que eso solo encendería la tensión. Así que decidiría que lo mejor es mantener la calma y usar un poco de humor para desviar la situación. Algo como sonreír ligeramente y pensar: “Uf, política a la mesa… mejor seguimos con la comida”. Esa frase saldría de mis labios y, así, funcionaría para zanjar ese tema. El silencio incómodo se rompería y la conversación volvería a fluir. Mientras comía, sentiría cómo la tensión bajaba poco a poco, aunque la frase seguiría flotando en mi mente.
Reflexionaría sobre lo importante que es controlar las emociones. Aprendí que no siempre se trata de tener la razón o ganar una discusión, sino de mantener la armonía y no dejar que un momento de enojo arruine algo valioso. A veces, respirar, observar y reaccionar con calma es más fuerte que cualquier argumento. Me sentiría orgulloso de no haberme dejado llevar por el impulso y comprender que, aunque no compartamos las mismas ideas, podemos convivir y respetarnos. La comida terminaría, y aunque el comentario continuaba en mi mente, su efecto se había reducido. Pienso que la paciencia y la empatía son las verdaderas herramientas para sobrevivir a momentos así. Salir de allí con la sensación de haber manejado la situación de la manera más humana posible y estar consciente de mis emociones es algo con lo que tocaría saberlo lidiar con mucha sabiduría.
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