Blog 1 Lucia

Creo que los grafitis pueden ser arte de verdad. Reconozco que no es nada fácil hacerlos: hay que pensar el diseño, elegir los colores, buscar la composición adecuada… todo eso requiere talento, paciencia y mucho trabajo. Cuando se hacen bien y en el lugar correcto, pueden dar vida, originalidad y alegría a los espacios de la ciudad, y hasta hacer que lugares grises o aburridos se vean mucho más interesantes. 

El problema es cuando se pintan en sitios donde no deberían, como edificios antiguos, casas de vecinos o cualquier propiedad privada. Eso ya no es arte, sino vandalismo. Por ejemplo, en nuestra comunidad apareció un grafiti en la puerta del garaje y tuvimos que gastar 2.500 euros para arreglarla. A mí me dio mucha rabia, porque no solo fue un gasto, sino que además alguien no respetó el esfuerzo de todos los vecinos.

Creo que los grafitis pueden ser una forma de expresión genial, pero solo si se hacen respetando los lugares. Paredes abandonadas, muros habilitados o espacios públicos son perfectos para esto, porque nadie sale perjudicado y se puede disfrutar de su creatividad. También creo que sería bueno fomentar la expresión artística entre los jóvenes de manera legal, ofreciendo lugares donde puedan plasmar sus ideas sin causar problemas.

En resumen, los grafitis pueden aportar mucho a la ciudad si se hacen con respeto. Me parecen una forma de arte muy valiosa, capaz de alegrar y dar personalidad a los espacios, pero nunca a costa de la propiedad de otros. Lo importante es disfrutar de la creatividad sin molestar ni generar conflictos en la comunidad.

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