BLOG VI Isaac
Me quedaría el dinero porque creo que su legado merece un destino mejor que alimentar el odio, ya que ella fue una persona dulce y cercana que siempre me trató con cariño desde el primer día, mostrándome una humanidad que no encaja con la causa política que pensaba financiar. Aunque respeto que cada uno pueda tener sus ideas, su última voluntad contradice por completo la esencia amable que ella proyectaba, así que siento que proteger su memoria implica también cuestionar esa decisión final. Tal vez la soledad o el miedo la empujaron hacia un partido que niega derechos y fomenta la xenofobia, pero yo fui la única persona que la acompañó cuando más lo necesitó y creo que eso me otorga cierta responsabilidad moral.
Ese dinero podría dedicarse a ayudar a quienes realmente lo necesitan, a proyectos que aporten luz y alivien sufrimiento en lugar de aumentarlo. No quiero que su historia termine convertida en propaganda contra otras personas, porque ella, sin quererlo, fue un rayo de amabilidad en mi vida.
Honrarla significa recordar lo mejor de ella, no su equivocación final, y a veces ser fiel a alguien implica desviarse de lo que pidió cuando lo que pidió causa daño. Con ese dinero podría cuidar nuestro hogar, mantener viva su presencia en el edificio y convertir cada gesto bueno que pueda hacer en un homenaje a su memoria. Es preferible transformar un error que perpetuarlo ciegamente, y usar esa herencia para el bien sería, en el fondo, la forma más noble de agradecerle toda la luz que me regaló en tan poco tiempo. El mundo ya está demasiado cargado de intolerancia, así que permitir que su legado aumente esa carga sería un acto injusto con ella y con todos. Me quedaría esa pasta no por egoísmo, sino para evitar que su último acto perjudique a otros, porque aunque ya no esté, todavía puedo asegurar que siga haciendo cosas buenas y siendo un motivo para creer en la bondad.
Comentarios
Publicar un comentario