Blog 6 Jon

 Mi mujer y yo acabamos de mudarnos. Al principio todo era un caos de cajas, pero estábamos contentos. En el piso solo había otra puerta, la de una vecina mayor. La conocimos el primer día y a nuestro parecer era una señora simpática, de esas que te ofrecen café y te cuentan su vida sin que se lo pidas. Con el tiempo nos hicimos muy amigos. Me caía genial, era amable, siempre preguntaba cómo estábamos.

Un día la vi bajando con una bolsa de cuero enorme. Por ello fui a ayudarla, y justo en el ascensor le dio un ataque. Intenté socorrerla, pero no sirvió de nada. Murió ahí mismo, delante de mí. 

Cuando llegó la policía y se la llevaron, aunque me quedé con la bolsa, ya que por el shock se me olvidó darla. Después de darme cuenta, abrí la bolsa y me di cuenta de que había muchos billetes y una carta con su última voluntad. Quería donar todo a un partido político de ultraderecha, de esos que odian a los inmigrantes, niegan el cambio climático y se burlan de las mujeres maltratadas.

No me lo pensé mucho y decidí no donar a esa organización el dinero. Puesto que no podía dejar que acabara en manos así. Por eso decidí donarlo a una organización que ayude a gente más necesitada.

Sé que no fue legal, pero fue lo correcto. Esa señora fue buena conmigo. Por eso creo que si hubiera entendido bien lo que apoyaba ese partido, no habría querido donarlo.