Blog 6 Ibon

 Si yo estuviera en esa situación, sinceramente me quedaría con el dinero. No porque quiera aprovecharme de la señora ni porque sea egoísta, sino porque creo que ese dinero podría tener un mejor uso. Si todo ese dinero se dona a un partido político de ultraderecha, que odia a las personas diferentes, que niega el cambio climático y que no apoya la lucha contra la violencia de género, entonces estaría ayudando a algo que hace daño. Y yo no podría vivir tranquila sabiendo que contribuí a eso.

La vecina era una persona buena y simpática, y seguro que en su mente pensaba que estaba haciendo lo correcto. Pero tal vez no sabía realmente qué tipo de ideas defendía ese partido. Creo que lo más justo sería usar ese dinero para algo positivo, algo que hiciera que su recuerdo quedara unido a algo bueno y no a algo tan negativo.

Yo usaría parte del dinero para ayudar a mi familia, pagar el piso o tener una vida mejor. Pero también donaría una parte a organizaciones que ayudan a las personas que más lo necesitan: asociaciones contra la violencia de género, grupos que protegen el medio ambiente o fundaciones que ayuden a personas mayores solas, como ella.

Cumplir su voluntad al pie de la letra, sabiendo que el dinero serviría para extender el odio o la desigualdad, me parecería injusto. Creo que, en este caso, no cumplir su deseo sería en realidad una forma de respetarla más, porque estaría usando su dinero para algo que mejora el mundo, no para empeorarlo.

En resumen, sí, me quedaría con el dinero, pero no para gastarlo todo en mí, sino para convertirlo en algo bueno. Así la vecina, sin saberlo, también estaría ayudando a crear un mundo más justo y solidario. Y eso, en el fondo, creo que es lo que a una buena persona de verdad le habría gustado.