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Desde que tengo memoria, hay una canción que siempre me ha acompañado, y es “Don’t Stop Me Now” de Queen. Mis padres cuentan que la primera vez que la escuché tenía solo cuatro años, y que en cuanto sonaba, empezaba a saltar, cantar y moverme como si estuviera en un concierto, aunque no entendía ni una palabra. Era la canción que más disfrutaba sin duda, y siempre les pedía a mis aitas que pusieran “la de Queen”.

Esta canción es muy importante para mí. Cada vez que la escucho, me hace recordar aquellas tardes en casa con mi familia, cuando poníamos la música de fondo mientras jugábamos al Pictionary y las risas llenaban el salón. Me recuerda a esos momentos tranquilos pero alegres, en los que no importaba quién ganara, sino estar juntos y pasarlo bien.

Además, cada verano, cuando nos íbamos de viaje a Torrevieja, la canción no podía faltar. En cuanto arrancaba el coche, mis padres ponían “Don’t Stop Me Now” y la escuchábamos repetida una y otra vez durante todo el camino. Me recuerda a esos veranos, a los viajes en coche bajo el sol, a la emoción de llegar al mar y a esa sensación de felicidad sencilla que llenaba cada momento del trayecto.

 “Don’t Stop Me Now” se convirtió en una especie de himno familiar. Cada uno tiene su parte favorita: mi madre intenta hacer los coros, mi padre marca el ritmo golpeando la mesa, y mi hermana y yo la cantamos a todo pulmón

Lo mejor de todo es que aún la seguimos poniendo. Da igual el momento o el lugar: cuando suena “Don’t Stop Me Now”, los cuatro nos volvemos locos, dejamos todo lo que tenemos entre manos y empezamos a cantarla a todo volumen. Es una de esas canciones que no pasan de moda, que siempre te ponen de buen humor y que, por más veces que la escuches, nunca cansa.