Blog 3 (sin vocal u)

 

Lipograma sin la vocal U

Hoy nos hemos enfrentado al Ibaiondo. Salimos bastante animados y con ganas. El día estaba soleado y todos estábamos contentos, a pesar de no tener porteros disponibles para el partido. Pero como era partido amistoso, nos daba lo mismo. Al final el portero terminó siendo Iñigo.

Al inicio ellos tenían la bola, pero nosotros corrimos excesivamente y la robamos varias veces. Iñigo paró tiros difíciles y nos animó. Rápido marcamos gol. Marco dio pase largo y yo solo lancé la bola al fondo de la red. Todos gritamos y chocamos las manos. No bajamos la intensidad. Corrimos, presionamos y robamos más balones. Antes de acabar la primera mitad marcamos otro gol. La defensa rival no podía con nosotros. En la otra mitad íbamos igual de intensos. Cada pase y tiro estaba claro. Llegamos varias veces al área y anotamos otro gol. Todos celebramos. Iñigo permaneció parando balones. Cada tiro del Ibaiondo era parado por el. Eso nos dio confianza. Hicimos otro gol tras el córner pitado a favor del Escolapios. Kike saltó y mandó la bola al fondo. La afición gritaba y nosotros también. El Ibaiondo intentó reaccionar, pero la defensa estaba sólida. No alcanzaban el área. Cada intento del delantero del Ibaiondo era detenido rápidamente. Más tarde vino otro gol. Combinación de pases rápidos por la banda y centro al área. Lander llegó a tiempo y marcó sin problemas. Permanecimos intensos y logramos el sexto gol al final. Todos corrimos a celebrarlo. La afición gritaba y nosotros también.

Al final, ganamos con goleada. Nos abrazamos y nos felicitamos entre nosotros. Este día ha sido perfecto para el Escolapios. Tras salir del campo, hablamos sobre pases y robos importantes. Todos coincidimos, lo hicimos sobradamente bien y logramos la victoria. Al volver a casa, pensaba en los goles, los pases y la solidez del Escolapios. Hoy ha sido día para recordar. Le conté a mi madre los goles, los pases, los robos y los regates hechos por los integrantes del Escolapios y se alegró bastante de mi.

Más tarde tenía comida familiar. Mientras comíamos comenté todo lo pasado en el partido contra el Ibaiondo. Mis padres oían atentos y sonreían con mis relatos. Mis hermanos gritaban en cada cada gol contado y nos reíamos todos. Mi amama estaba contentísima y me felicitó. Todos comentaban como había sido la goleada echa esa misma mañana. Al final me dieron regalos por mi trabajo y alegría, y el día terminó con risas y charlas sobre el partido sin parar.


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