Blog 3 Marco sin letra U
Caminaba por el rio al amanecer, cuando el sol comenzaba a colarse entre hojas y ramas. El aire olía a tierra mojada y flores, y cada paso rompia hojas secas bajo mis pies. Corrientes rodaban entre piedras lisas, arrastrando hojas que danzaban lentamente. Pájaros altos volaban sin prisa, cantando llenaban el espacio con armonía y calma.
El viento rozaba mi cara con delicadeza, moviendo ramas y flores. Montañas enormes vigilaban el horizonte, mientras gotas ligeras dibujaban formas cambiantes en cielos abiertos. Cada instante parecía detenido, y cada sonido del monte se sentía como parte de un gran diálogo secreto entre la vida y yo.
La tarde llegaba lentamente, y la el sol se extendía hasta tocar cada piedra y cada hoja. Sombras alargadas danzaban al ritmo del viento, creando figuras fantásticas sobre la tierra. Cada paso dado despertaba sonidos alegres : el romper de las ramas, el salto de el animal, el sonido constante del río. Todo el monte parecía vivo, como si respirara a la par que yo.
Con la llegada de la noche, estrellas brillantes aparecían en el cielo. La luna encendia caminos y ríos, reflejando sombras moviendose al compás de el canto invisible. El aire se enfriaba, y la calma del monte se intensificaba, haciendo a cada aroma y a cada sonido bello. Caminaba sin prisa, sintiendo cada paso como parte de una leyenda vieja, que conectaba mi alma con la vida misma.
Cada instante era increible, y cada sombra parecía hablarme. Animales de noche se dejaban ver: el búho vigilante giraba la cabeza mientras miraba desde la rama alta, y ratones corrían entre hojas secas, explorando con cuidado. Todo parecía perfecto, y yo formaba parte de ese orden, respirando la paz del monte.
Finalmente, al legar la medianoche, el monte se sumió en un silencio absoluto. El brillo de las estrellas iluminaba senderos y ríos, reflejando cada árbol y cada roca. Caminaba despacio, dejando a mis pensamientos mezclarse con los sonidos del monte. Cada aroma de tierra y hojas, cada sonido de ramas, cada canto distante de los animales, parecía ser poema invisible acompañando mi andar.
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