Lucia blog (4/6)

                               Cómo aprender a hacer wakeboard sin morir en el intento

Si hay algo que me encanta del verano es hacer wakeboard. Siempre se me han dado bien los deportes, pero tengo que admitir que este al principio me costó bastante. Aun así, con paciencia, práctica y muchas caídas, logré dominarlo y ahora incluso puedo hacer algunos saltos. Así que aquí te dejo una guía paso a paso para que tú también puedas aprender.

Lo primero es elegir un lugar tranquilo y seguro, como un embalse o una zona del mar sin muchas olas. Cuanto más calmada esté el agua, mejor. Luego, asegúrate de tener el equipo básico: una tabla de wakeboard, chaleco salvavidas y casco. Coloca bien los pies en las fijaciones de la tabla; si eres principiante, lo normal es tener el pie izquierdo delante, se te hará mas sencillo. Sujeta la cuerda con ambas manos y mantén los brazos estirados. No tires tú de la cuerda, deja que la lancha te arrastre. Es importante que antes de dar una vuelta sepamos como debemos de estar ; en cuclillas con las rodillas muy flexionadas y el cuerpo compacto. Cuando el barco empiece a acelerar, no te levantes de golpe, deja que la fuerza del agua te ayude a salir. Una vez que estés fuera del agua, endereza lentamente el cuerpo, pero mantén las rodillas semiflexionadas para no perder el equilibrio. Mira al frente, no a tus pies muy importante ya que esto te ayudará muchísimo a mantener la estabilidad. Si te caes , que lo harás, suéltate de la cuerda y vuelve a intentarlo, porque es parte del proceso. Además así no te harás daño cuando la cuerda tire de ti y tu estés en el agua siendo arrastrado.  

Cuando ya te mantengas en pie, empieza a hacer pequeños giros moviendo ligeramente tu peso corporal. Si quieres girar a la izquierda, inclina un poco el cuerpo hacia ese lado; si es a la derecha, hazlo al contrario. No lo fuerces con los brazos, deja que el equilibrio y la dirección de la tabla hagan el trabajo. Aumenta poco a poco la velocidad y empieza a jugar con las olas que deja el barco. Al principio impresiona, pero una vez que le coges el truco, se vuelve adictivo.

Y lo más importante: no te frustres. Todos nos caemos mil veces antes de lograr una buena pasada. Con tiempo y entrenamiento lograrás deslizarte con naturalidad, saltar y disfrutar cada segundo. Lo mejor del wakeboard no es solo la adrenalina, sino esa sensación de libertad que te da cuando por fin lo dominas. Además, una vez que aprendes, ya no se te olvida: es como montar en bici.

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