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Soy entrenadora de baloncesto con chavales de ocho años en Escolapios Bilbao. No entreno sola, siempre estoy con dos amigas, que se llaman Laida y Naia. Las tres entrenamos al mini 2015 y cada tarde es una mezcla de reto y risas. Los chavales siempre llegan con ganas de aprender. Sin embargo, a veces se portan mal y eso hace el trabajo algo más complicado. A pesar de ello, intentamos avanzar con calma y paciencia. No obstante, si se pasan, les mandamos correr, sentadillas o lo que se nos parezca en ese momento. 


Llevamos desde el primer año con ellos y esta etapa es importantísima. Son los años en los que se empieza a aprender y se marcan las bases de este deporte. Les enseñamos a botar, a pasar y a tirar sin miedo. También les repetimos que no pasa nada si se falla, lo importante es intentar y atreverse. En cada entrenamiento intentamos remarcar el valor del trabajo en equipo, porque este deporte no se gana en solitario. Siempre les decimos ”lo importante es trabajar entre todos, el compañerismo y salir al campo con ganas”.


Como ya he dicho, llevamos dos años. Les conocemos y nos conocen. Por ello, a los  padres también. Son de los mejores. Jamás nos han dado problemas. De hecho, siempre nos han felicitado por el trabajo realizado con ellos, hasta nos han invitado a comer y nos hicieron regalo de fin de temporada.


Nosotras, como entrenadoras, tratamos de poner orden sin amargarles los partidos y entrenamientos. Siempre inventamos juegos para que aprendan de forma divertida, les explicamos con calma cada detalle de la técnica y corregimos y animamos a hacerlo mejor en cada error. Intentamos que cada niño sienta confianza y que salga contento de cada entrenamiento. 


Además, ha llegado un niño recientemente llamado izan. No va como el resto, pero cada día lo intenta y mejora algo más. Si le decimos de corregir algo, nos presta atención y lo hace.


Al final, a parte de baloncesto, también enseñamos lo esencial del deporte: amistad, compañerismo y confianza.


Varios podéis pensar que ser entrenadora es perder el tiempo. No obstante, estoy agradecidísima de tener la ocasión del enseñar este deporte. Me encanta compartirlo con mis amigas y con los niños. Es de las mejores experiencias vividas hasta el momento. Cada día aprendo algo y me encanta ver cómo progresan. Si tenéis la ocasión de hacerlo, deberías aprovecharla.




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